martes, 7 de julio de 2009

Acerca de la génesis

Hace ya un tiempo largo, conocieron la historia del bandoneonista Remigio Álvarez y su teoría estética del sufrimiento. Lo que no saben es que el artista compartió el vientre materno con su hermano gemelo, de rasgos semejantes pero de actitudes diferentes.

Bajo el influjo de la era de la producción en masa y la certeza de que un blog sin artículos se muere, cometí la torpeza de dar a conocer los tropiezos de Remigio y callar o postergar los de su hermano.

Las personas tenemos vidas inútiles. Pensamos que nuestro nacimiento tiene un propósito, que nuestros actos se adhieren en la tierra que pisamos y que nuestra muerte inundará al mundo de un llanto incontenible. Pero no es así, vivimos y morimos y somos olvidados en un descuido. Hacemos cada tanto movimientos ampulosos para instalarnos en el recuerdo de alguien, pero es en vano. Nos perdemos entre miles de imágenes y sonidos y, al cabo de algunos años, somos apenas un nombre familiar, un estudiante escondido en medio de otros rostros de una foto grupal de un colegio que ya no existe, porque fue convertido en una torre gigantesca.

Los personajes, en cambio, tienen existencias redondas. Como no son concebidos por un vientre, sino por una cabeza, sus existencias no transitan por las calles del azar o la estupidez y sus actos están destinados al recuerdo.

Por cumplir con los plazos de una entrega o por querer ser breve para no aburrir, les conté las penurias de Remigio. Pero éstas sólo tenían sentido en contraposición con las de su hermano. El problema es que al demorarme en transmitirla, me olvidé de su historia y no pude recordarla a pesar de haberlo intentado una y otra vez. Las personas pueden y deben ser olvidadas, no así los personajes. Pero éste se rebeló. Ante un descuido, se escondió vaya uno a saber dónde y permitió que su vida careciera de sentido, no dejó ninguna huella visible y, lo peor del caso, arrastró consigo a su hermano, cercenando su historia, que en principio era circular y, por lo tanto, perfecta, hasta dejarle el aspecto triste de un gajo de mandarina.

Ya salí inútilmente por las calles de una Paternal imaginada, gritando el nombre del personaje devenido en persona por propia voluntad o como consecuencia de mi incapacidad de recordar cosas importantes. Quizás sea el momento de salir a buscarlo por La Paternal real.

19 comentarios:

Martín dijo...

Todos:: ¿Importa por qué me demoré tanto en escribir nuevamente? Si la respuesta es sí, sigan leyendo. Si no, salteen este comentario.

Al volver de mis vacaciones, tuve un montón de trabajo y, por eso, no tenía demasiado tiempo libre y lo poco que tenía lo utilizaba en crear un video de mis vacaciones con las fotos y filmaciones. Así, dormí muy pocas horas por un tiempo prolongado.

Justo cuando terminé de editar el video (que me trajo una serie de problemas, porque decidí usar un programa nuevo y ustedes saben lo molesto que puede resultar estrenar zapatos), mi trabajo se desvaneció, lo que es normal en invierno, pero los que trabajamos por nuestra propia cuenta no podemos dejar de preocuparnos en estas circunstancias y tememos que la escasez sea definitiva y nos quedamos nerviosos hasta recuperar nuestra actividad más adelante.

Pido disculpas a quienes vinieron a visitarme durante mi ausencia y espero que les guste este nuevo artículo.

Piojosa dijo...

Que bueno que volviste! te (me?) estabas desvaneciendo...
Se me mezcla un poco porque a pesar de que vos sos real, para mí sos un personaje.
No se que quiero decir.
Muy lindo, Saludos.

PiojoPromiscuo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Martín dijo...

Piojosa: Los de carne y hueso nos volvemos personajes, los personajes se convierten en personas. Hace rato que el límite entre la ficción y la realidad no es tan evidente como solía serlo.

Ine dijo...

Martín, me intriga mucho... De qué trabajás? Me alegro que estés de vuelta. No te pierdas.

Martín dijo...

Ine: Soy profesor de español para extranjeros.

Ine dijo...

Ja,ja,ja... Sabía que habías estudiado Letras por alguno de tus comentarios. Pero, no sé por qué, te imaginaba cineasta. Un abrazo.

Anita dijo...

Me gusta cuando escribis sobre un personaje, sin nombrar al personaje. El hermano de Remigio no tuvo nombre en tu relato...
Yo pienso que vos también sos un personaje de alguien que te escribe cada vez que vos nos escribís a nosotros...
Que bueno que volviste...

A

Martín dijo...

Anette: No está mal la idea de considerarme personaje de otro. Al fin de cuentas, eso me brinda la oportunidad de echarle la culpa a otro por cada una de mis torpezas. Es un verdadero alivio. Teniendo en cuenta esto, ya que no soy responsable de mis actos, voy a dejar el teclado y voy a hacer una serie de actos canallescos que tenía ideados desde hace tiempo, pero no me atrevía porque mi conciencia me molestaba.

Anita dijo...

La conciencia no te molesta a vos, lo molesta al paquete que te pone en letras...
Salí a hacer callanadas y portate mal. Y si el escritor se aturde, duerman los dos hasta tarde. Ningún pecado sobrevive a las cuatro de la tarde.

Anita dijo...

Martín, te invito a conocer un nuevo espacio donde los escritores como vos, que se rehusan a publicar sus obras en papel, pueden hacerlo libremente...
www.liibook.com

Abrazo, Anette

Johanna Pérez Vásquez dijo...

Me encantó. Es un cuento corto de esos que nos gustan a quienes nos divertimos con los detalles que hay detrás de la construcción de un texto.

Martín dijo...

Anette: Yo no me rehuso a publicar mis obras en papel. Es el papel el que se rehusa a recibir mis textos. A mí a veces me gusta decir que fue una decisión mutua, pero no es cierto.

Licuc: Bueno, me alegro de que te haya gustado. Gracias por el comentario.

Bea dijo...

Una alegría que volviste Martín, que bueno.-

Bea dijo...

No,Martín, no busques la Paternal, real, es fea, quedate con la otra.
Y es cierto, los personajes no se olvidan, las personas si.
Por suerte hubo muchas personas que fueron personajes y por eso los tenemos tan presentes.-
Saludos

Martín dijo...

Bea: ¿Será que es más difícil olvidar a los malos? ¿Habrá que ser una mala persona para que te recuerden?

Anita dijo...

Martín:
Sí totalmente.
Todos recuerdan a las brujas y a los desgraciados, de los gentiles y fraternos, se acuerdan pocos...

Bea dijo...

No, Martín, para mi se recuerdan a las buenas personas más que a las malas, tal vez de otra manera.

Germán Ortiz dijo...

Me agradó el párrafo donde hablas de lo efímero de las personas comunes y cómo los personajes quedan en la memoria. Envidio a los que nunca serán olvidados...