lunes, 15 de diciembre de 2008

De la verdad y la ficción

Fernando Ramírez cree ser descendiente de españoles. Persigue su apellido a través de las ramas de frondosos árboles genealógicos y busca tocayos en guías telefónicas. La preocupación por su origen no es una casualidad, sino que es algo impuesto por mi imaginación.

Fernando Ramírez no sabe que en su abdomen no hay un ombligo, porque su gestación no tuvo lugar en el vientre de su madre. Fernando Ramírez no es una persona de carne y hueso. Es apenas un personaje, desconocedor de su pasado y de su futuro, simplemente porque yo, su autor, me niego a que lo sepa.

Se despierta cuando suena su despertador, se cepilla los dientes con cuidado, viaja en un subte repleto y ocupa su lugar en la caja del Banco de Valores en el barrio de San Romualdo. Ni el banco ni el barrio existen realmente, pero como Fernando Ramírez no lo sabe, cumple religiosamente su horario de trabajo y regresa caminando hasta su casa, con el efímero sentimiento del deber cumplido.

Si supiera que su vida es ficcional, probablemente ensayaría actos heroicos, dramáticos, cómicos o extraordinarios. Asesinaría a una vieja; esperaría por el amor de una mujer hasta que ella le correspondiera; tardaría veinte años en volver de Troya para recuperar su destino al lado de una pasa de uva que teje y desteje; sufriría el tormento de la habitación 101; descendería al infierno para ver cómo se ajusticia a los pecadores y encerraría a su hijo en una torre, por temor de que éste lo liquidara, según el dictamen de las posiciones caprichosas de los astros.

Pero no, Fernando Ramírez no se sabe hijo de la pluma y se preocupa por tener una buena obra social, por pagar su jubilación y por mantenerse alejado del dolor.

Fernando Ramírez siempre quiso dedicarse al arte y no encerrar sus días detrás del vidrio de la pecera en la que trabaja contando dinero. Pero su educación y su concepto del mundo lo convirtieron en un ciudadano útil a la sociedad. No obstante, cada tanto se permite alguna licencia poética. Hace unas semanas, escribió en un cuaderno de notas el siguiente texto, mientras viajaba en subte, después de sentirse culpable por haberle ganado, en buena ley, el asiento a una anciana:

Evidentemente la literatura ha arruinado nuestras vidas. Si pensamos cuál es el paradigma de una historia de amor, inmediatamente pensamos en Romeo y Julieta. ¡Una historia en donde dos personas terminan muertas! ¿Es eso lo que realmente queremos para nosotros?

Se baja el telón y aplaudimos como desaforados, hasta que nos arden las manos, de pie, ¡bravo, bravo! Pero Julieta se levanta y Romeo hace lo propio para recibir el clamor del público.

Debemos distinguir la realidad de la ficción, para que nuestras existencias no se vean cercadas por la angustia. Aprendamos de Madame Bovary y de Don Quijote.


Ramiro Fernández, en cambio, es una persona de carne y hueso, pero evidentemente no lo sabe. Por algún extraño motivo busca el amor sólo donde no podrá encontrarlo. Y espera y sufre. Supone que la situación tiene que torcerse, que la paciencia lo convierte en mejor persona, que el dolor es un condimento de la felicidad futura, que si el cosmos le arrebata su recompensa, entonces le deberá una y, tarde o temprano, tendrá que llegar el día de pago. Piensa que detrás de todo acto debe esconderse una inteligencia. El concepto de azar es una aberración propia de espíritus débiles, incapaces del desciframiento, asegura mientras golpea la mesa con el puño.

Ramiro Fernández expresa lo que siente y remata con un "con la verdad no ofendo ni temo" y así provoca la furia, el desprecio y, de vez en cuando, la admiración del mundo que lo rodea.

Una vez vio cómo se le escapaba el tren en la estación José C. Paz. Sabía que si los vagones lo dejaban en el andén, debería perder cuarenta minutos de su historia, hasta que llegara el tren siguiente. Corrió con todas sus fuerzas, se tomó de la manija de metal, trastabilló y de milagro pudo arrodillarse en uno de los escalones. Así pudo llegar a tiempo a su cita y salvar su vida de milagro.

Después de la proeza del salto y de la captura del transporte, ocupó un asiento y escribió un pequeño texto, con la esperanza de la trascendencia:

Debemos intentar la hazaña. Nuestras vidas son un paréntesis en medio de la nada. La nada nos acecha al principio y al final, sólo si somos hombres extraordinarios, si nos instalamos en el recuerdo de los demás, si somos merecedores de eludir nuestra propia muerte, podremos ganar esa batalla. Lo curioso es que, muchas veces, la victoria se obtiene a través de una derrota estrepitosa.

Después de poner el punto final a sus pensamientos, miró por la ventana, muy atrás, allá a lo lejos, el andén que había abandonado con tanto peligro.

Desconocedores de nuestra condición, tanteando el concepto de persona y el de personaje, nos vemos obligados a tomar decisiones. Deberían aclararnos qué somos, para saber a qué atenernos. Por lo pronto, acá me ven, actuando como persona y viviendo como personaje.

34 comentarios:

PiojoPromiscuo dijo...

Y si Martin en realidad es una ficcion fruto de la mente de Fernando Ramirez? Se imaginan a nuestro bloguer, una vez descubierto el engaño, afrontar la tortura de una mascara llena de palomas en lugar de ratas? o como Jet Li frente a una patota de esquimales juntando los dedos de la mano derecha levantando el menton desafiante y espetar de cotele un "cual es, manga de pechos frios?".
El problema es que si esto fuera verdad, quizas dejaria definitivamente de escribir aca y nosotros los parasitos que nos alimentamos de la tinta de su teclado que estamos aun mas abajo en la escala evolutiva de la ficcion, ya ni siquiera seriamos la claque de aplaudidores y reidores del truman show armado para nuestro estimado escritor.

Anónimo dijo...

¡PRIapismo! (intento iniciar una tradición aquí, gente; seguidme la corriente)

Al tajo:

¿Se conocen Ramiro y Fernando? ¿Es posible que el uno sea cliente del banco del otro? ¿Tuvieron, de jóvenes, la misma novia por un tiempo? ¿Desayunan todos los días en el mismo bar, el mismo café con leche con los mismos cruasanes a la plancha, sólo que uno lo hace a las ocho y el otro a las ocho y cuarto? ¿Ramiro es bajito, delgado y feo? ¿Fernando está fondón y sólo se peina los días laborables?

Ah, no, espera, que Ramiro no existe. ¿O era Fernando?

Es agradable que a uno se le ocurran estas preguntas al leer algo.

Has vuelto.

PD: ahora haré una crítica para no parecer un pelota. Sobra la última frase. No me gusta que me digan qué tengo que deducir (a menos que esté leyendo las instrucciones de uso de un televisor moderno, en cuyo caso prefiero que no me lo permitan).

Anónimo dijo...

¡Uy! Se me adelantó el piojo por los pelos (lo cual es comprensible)

Ana dijo...

Clap, clap, clap!

Me hiciste pensar (cosa complicada si las hay). Creo que todos tenemos un poco de ambos.

Martín dijo...

Piojopromiscuo: Quién te dice, en una de esas, todo esto no es más que una lucha de poder, un intento desesperado por no estar en el fondo de la escala ontológica. Y yo que creía estar fuera de estas lides.

Lucash: Supongo que si se cruza un ser ficcional con uno real, el primero vería al segundo, pero sus compañeros de sueño lo declararían demente y lo internarían en un psiquiátrico. En un mundo onírico se rechaza de plano la realidad y se la considera producto de una mente enferma.

Es difícil complacer a todos. Igual, el último párrafo no pretende ser una guía de lectura, sino un diálogo, una respuesta al cuento de Fontanarrosa transcripto por Piojo, quizás poco lograda, eso sí.

Ana: Yo ya tenía a los dos boxeadores. Ahora me adjudicás a Fernando y a Ramiro, se me está llenando la personalidad de extraños.

Anita dijo...

Volviste! (si pudiera agregar ojitos que se abren y cierran a lo "mariposa", juro que lo haría).

Tu relato me remitió a la peli Stranger than fiction, donde el pobre de Harold Crick (Will Farrel)descubre que su vida no solo es gris y aburrida sino que además, no es suya, sino la creación de una sádica escritora británica (la brillante Emma Thomson) que pretende matarlo al final de la novela.
Sin embargo, Harold no se resiste a la nobleza de la muerte que la escritora creó para él y casi feliz, se deja arrollar por un bondi.
Todos somos un poco Ramiros o Harolds en algún punto.

Yo era una boga de trajecito y lentes hasta que una mañana descubrí que alguien me había inventado una alter ego escritora y ahora las dos convivimos felices, cada cual con lo suyo y sin resignar nada.
Simplemente tenemos que animarnos a ser el héroe de nuestra historia. Atrás de una caja de banco o salvando el mundo, depende que literatura te guste más....



Todps

Anónimo dijo...

Ey, que yo estoy complacido. Lo que pasa es que cuando tenía siete años saqué muy buena nota en un examen en el que la mayoría de mis compañeros suspendieron y Luisito García, el gilipollas oficial de la clase, dijo que había sacado aquel nueve y medio gracias a que era un pelota sólo porque un par de días antes él estaba poniendo a parir al profesor y yo no me reí de sus gracias, lo que me generó un complejo (la acusación infundada, no las gracias sin gracia de Luisito) que me ha acompañado toda mi vida según el cual cualquier opinión que no sea negativa es una forma de peloteo, así que por culpa de mi complejo me veo obligado a decir algo malo de cualquiera del que haya pensado algo bueno, con lo que si me gusta lo que escribes tengo compulsivamente que encontrar y decir en voz alta una falla, por pequeña o despreciable que sea, para que la vocecilla de mi cabeza que no para de repetir "eres un pelota, eres un pelota" se calle.

La primera frase que he escrito es verdad. La segunda es mentira. Me voy, que se me escapa el tren.

Jesis dijo...

Martin. volviste, como se extraño tu ausencia, no se si la insistencia fue un buen punto para el retorno. Pero esta bueno que un grupo de gente desconocida te diga "QUEREMOS QUE VUELVAS", eso en algun punto te hace bien. Espero que no te pierdas.
Despues de leer tan buen post, mantengo lo que pienso de que todos tenemos un personaje, el tema es cuando nos damos cuenta que nos supera o brilla mas que nosotros. La idea sería no permitir que te coma el personaje no?

Jesis dijo...

perdon quise decir PRESENCIA, CON TANTAS INTERRUPCIONES PUSE AUSENCIA. VOS LEE PRESENCIA... SI NO NO ESCRIBIS MAS Y ME MATAN.

perdida dijo...

Festejo tu vuelta!!!
Buena la reflexion, muchas veces pienso sobre esto q escribiste, cual es el personaje, cual es el verdadero, creo q toda nuestra vida se trata de intercalar a nuestros 2 yo. A veces vive uno, a veces el otro. En realidad supongo que los dos a la vez.

Suerte q no renunciaste!(Igual no te crei capaz de tal cosa...)

Celeste Sánchez Goldar dijo...

De ser un personaje yo quiero elegir cuál sería. A la gente se les ocurren historias tremendas por el solo hecho de que no es uno mismo quien las vive.

Soff dijo...

Se te extrañaba Martín!!!!
Esto de persona y personaje, creador y creado me recuerda mucho al cuento de Borges que no me acuerdo el nombre (no se para que lo menciono si no me acuerdo el nombre xD)creo que se llama algo de unos anillos de fuego puede ser?
vos debes saber a cual me refiero xque x lo que tengo entendido sos un gran seguidor suyo, es más, seguramente te inspiraste en ese cuento de alguna manera.
Es un tema muy amplio pero lo que nos dejaste es muy valioso... cómo el ser humano de por sí busca lo que no está a su alcance... el personaje quiere ser persona y visceversa. Y también esta cosa de infinita creación.
Lo cierto es que nunca nos vamos a contentar con lo que tenemos o lo que somos, siempre creemos que el mejor momento es mañana y dejamos todo para después. Es un GRAN error, ya que somos mortales, tenemos una vida limitada... mientras tanto, en nuestra vida real, en nuestra vida fantástica vamos dejando esto, que al final de cuentas es lo único que le queda al mundo de nosotros. Esto es nuestra huella, creo yo, lo que escribimos es lo que le dejamos a los demás. Y mientras tanto viviremos con el temor de ser marionetas de otro titiritero.

Anónimo dijo...

La ficción,entendida como mentira, nos debe ayudar a interpretar la realidad que nos rodea,no a inventarnos la realidad que nos conviene.Hemos transformado la realidad porque no la entendemos,hemos creado la ficción para entenderla y para reflexionarla pero nos hemos quedado en el camino,en esa mentira en la que todos somos altos, guapos y en la que siempre tenemos razón porque de todo sabemos y opinamos y no nos calla ni diós.

Saludos Martín y no dejes de escribir

Anónimo dijo...

Amén.

Arle dijo...

¿Por qué suponer que la nada nos acecha al comienzo y al final de nuestras vidas? Solamente no tenemos la memoria suficiente para recordarlo.

A mí me gusta pensar que llevo muchas vidas aprendiendo y no simplemente este ratito de 37 años.

beshosh

Martín dijo...

Anette: El tema es que tanto la espera como el esfuerzo, en nuestra vida real, sólo tienen sentido al final, en caso de que se logre cumplir el objetivo.

Roberto Cáceres decidió escribirle una carta de amor a Matilde Prassolo, en la que le confesaba su amor indeclinable y le prometía esperar su respuesta en la puerta del correo, todo el tiempo que fuera necesario. Se vistió con su mejor traje, pegó una estampilla en el sobre y se paró, firme, junto al portal de vidrio.

Los días pasaron y Roberto se mantuvo fiel a su promesa. El traje perdió un poco su compostura, en su cara germinó una barba larguísima, se alimentó con algún sándwich que le ofreció algún vecino, mientras lo alentaba a continuar con su tarea, y bebió, cada vez que se impuso la lluvia, abriendo sus fauces al cielo.

Las fuerzas de Roberto fueron languideciendo, pero su voluntad permaneció fuerte como el primer día. Su cuerpo necesitó reposar su peso en un buzón que se encontraba en la puerta del correo, pero su tozudez o la esperanza de la recompensa le permitieron seguir parado sobre sus dos piernas.

Cuatrocientos veintidós días más tarde, Roberto Cáceres murió abrazado a su buzón. Quisieron sacar su cuerpo de allí, pero el cadáver seguía aferrado a sus ilusiones. Los vecinos más fuertes intentaron sacarlo de ese lugar y tironearon, al unísono, de sus piernas. Pero el éxito les resultó esquivo y un muerto podía más que el vigor de siete hombres acostumbrados al trabajo físico. Finalmente decidieron enterrarlo debajo del buzón y sus brazos, aún hoy, sobresalen de debajo de la tierra.

Si Roberto Cáceres es un personaje, es un héroe. Si Roberto Cáceres es una persona, es un ser de pocas luces, que malgastó su vida y su cuerpo es un monumento a su propia estupidez.

No sé si puede existir una convivencia pacífica entre un personaje y una persona internos. O tal vez sí. Al fin de cuentas, yo desconozco casi todo.

Lucash: Pero está muy bien que critiques. Te aliento a que sigas haciéndolo. El tema es que yo también tengo una vocecita interna que me hace defenderme. Qué terrible encuentro sería, si se materializaran nuestras voces en una esquina sin policías. Una batalla de guapos, propia de alguna página de la literatura argentina.

Jesica: Yo no sé si hay que permitir que te coma el personaje o no. Supongo que si es más fuerte, te va a comer igual, aunque no quieras.

Tengo una interpretación de lo que escribí, que no es más valiosa que la de ustedes. A mí me interesa más ver qué es lo que entendieron de este texto. Vos sabés que los oráculos funcionaban de esta forma. Una pitonisa entraba en trance y soltaba una serie de palabras al viento. Un sacerdote la escuchaba y le daba algo de forma a lo oído, que por lo general era algo incoherente. Decíme qué pensás de las vidas de Fernando Ramírez y de Ramiro Fernández y condenalos o perdonalos más tarde. Después podremos ponernos de acuerdo, o no.

Perdida: ¿No me creíste capaz de la renuncia? No sé si eso es un elogio o una denuncia. Porque la persona que no hace algo malo por incapacidad, ¿merece un elogio? ¿O sólo el que es capaz de hacer algo malo y decide no hacerlo?

TT: Ah, claro, pero justamente, lo que te define como personaje es la imposibilidad de decidir, es el estar sujeto a otra voluntad desconocida. Si pudieras elegir qué personaje ser, ya te estarías convirtiendo en autor. Los personajes con licencias son opciones tentadoras, pero son como hacer trampa.

Jusamawi: No está mal la idea de inventar la ficción para entender la realidad. De todas formas, hay que ver si la realidad es inteligible y hay que ver si la ficción es un instrumento.

Tal vez (no estoy refutando tu idea, apenas señalo otra posibilidad) la ficción sea una afloración estética carente de significado. Unamuno dijo una vez (o uno de sus personajes, ahora no lo recuerdo -y viene a cuento que no lo recuerde) que un paraguas cerrado era estético, pero no así uno abierto. Es decir, lo bello sería lo inútil. En cuanto el objeto cobra utilidad, pierde toda su gracia.

Soff: El cuento de Borges al que te referís, creo que es Ruinas Circulares. Borges trata el tema en muchos de sus cuentos y poemas (en El Golem, por ejemplo). Pero Borges no fue original en su planteo, porque hay toda una larga literatura que lo precede: Calderón, Pirandello, Unamuno, etcétera.

Si lo único que queda, si mi única huella es esto que escribo, entonces tenía razón cuando me deprimía por las pocas visitas que tenía. De todas formas, ya no lo hago (aunque el número de visitas sigue bajando, creo que puedo considerar que pierdo popularidad sin haber sido popular, lo que resulta una paradoja interesante: no cualquiera pierde algo que nunca tuvo).

Arlequincita: No, por supuesto. No estamos obligados a creer en una nada pasada y otra futura. Tampoco a creer en la reencarnación. Pero en el fondo, ahí está el problema. No sé si soy personaje o persona, no sé si voy camino a la nada o a una vida futura.

Ayer se me había ocurrido una respuesta mucho mejor que esta, pero no la escribí y acá tenés las consecuencias. Como verás, mi mala memoria no se limita a mis vidas anteriores, sino que también invade esta. Entre todas las cosas que no sé y todas las que olvido, estoy yo, luchando por entender o recordar algo.

Anónimo dijo...

Martín dijo: "...yo también tengo una vocecita interna que me hace defenderme. Qué terrible encuentro sería, si se materializaran nuestras voces en una esquina sin policías."

¿Y qué es un blog?

Y siguió: "No está mal la idea de inventar la ficción para entender la realidad. De todas formas, hay que ver si la realidad es inteligible y hay que ver si la ficción es un instrumento. Tal vez la ficción sea una afloración estética carente de significado."

Llevo dos años, siete meses y tres días sin leer una novela. Antes del 19 de Mayo de 2006 era de los que se ventilaban dos o tres libros por semana. Ese día nació mi hija Sofía y me cambió la vida. Los únicos vestigios que quedan del lector que fui son alguna columna de algún periódico, alguna esquina virtual como la presente... y la capacidad de distinguir las buenas historias de las afloraciones estéticas.

Tú escribes buenas historias. ¿Qué es una buena historia? Vaya pregunta, ¿eh?

Jusamawi, implícitamente, afirma que una buena historia ha de tener un significado y una utilidad. Yo estoy completamente de acuerdo.

El significado ha de referirse a algo humano, a algo universal. Una buena historia tiene que contar algo que todos sabemos pero no somos capaces de concretar. Tiene que tratar temas universales. Tú escribes (los escritores escribís) sobre el miedo, el desamparo, el amor, la añoranza... cosas universales.

La utilidad de la historia pasa por el uso que el lector le dé a ese significado. Una buena historia tiene que emocionarte, y a la vez no puede dejarte otra salida que convertir esa emoción en conocimiento. Tus historias emocionan y acorralan al lector.

Además, una buena historia tiene que haber sido creada con una buena técnica, pero sólo la técnica (el afloramiento estético que mencionas) no hace que una historia sea buena. Tu técnica es buena. Y lo sabes.

Muy poca gente es capaz de escribir buenas historias, igual que muy pocos pueden pintar un buen retrato o componer una buena canción. Muy pocos podéis llamaros escritores. Tú puedes. Hazlo. Escribe.

Nota: cuando digo "historia" o "cuento" digo "ficción".

Anita dijo...

Lucash: AMEN.

pd: más ojitos que se abren y cierran.

Anónimo dijo...

¿Te parece, Anette? ¿No me ha quedado demasiado pelota? Es que tengo una comezón por dentro que no sé, me dan ganas de sacar la navaja de guapo y decir lo contrario de lo de arriba, pero al revés.

Piojo, sálvame, dale cera, que hoy estoy un poco amariconao.

PD: ¿os habéis fijado que Martín escribe (los cuentos y las respuestas) casi exclusivamente los lunes? ¿Por qué será? ¿Será que es el único día que le dejan conectarse en la cárcel? ¿Será que es presa de una secta que sólo le deja volver a casa ese día tras descubrir que otro domingo más el fin del mundo no ha llegado? ¿Será que su novia le tiene absorbido todos los días de la semana menos los lunes, que es cuando se va a visitar a su madre a Córdoba? ¿Será por prescripción médica? ¿Será porque es un obsesivo-compulsivo que no pisa las juntas de los adoquines ni toca un ordenador, excepto los lunes? ¿Será porque los lunes tiene su cita semanal con el psiquiatra y aprovecha los ratos de espera para colarse en la trastienda y utilizar el ordenador de la clínica?

Anónimo dijo...

Estoy con Lucash en que una historia tiene significado.Todas lo tienen.Cosa distinta es que el autor sepa exáctamente cuál es.Cabe incluso la posibilidad de que sea el lector quien se lo de, y que haya diferentes significados según sean los receptores.La única diferencia es que la comunicación entre autor y lector se da cuando coincidan en el significado.Esto no es estrictamente necesario.Una historia una vez escrita pertenece al lector, de la misma forma que la amada del escritor pasa a ser la amada del lector aun cuando se trate de personas diferentes.La utilidad de la historia consiste en que tratamos con ella, ya sea consciente o inconscientemente,de explicarnos a nosotros y por ende al mundo.Por eso, y vuelvo a coincidir con Lucash, es que siempre se escribe sobre lo mismo.Universales.Uno y el universo(¿dónde estás Sábato?) no dejan de ser la misma cosa.Todas las ficciones, en el fondo, tratan de entender algo.Ese algo somos nosotros.El personaje,carente de voluntad de decisión,es movido por el autor que es quien ejerce la potestad de decidir.Un personaje nunca se nos va de las manos.Es poético pero no es verdad.Sin la voluntad del autor interpuesta los personajes son un amasijo de letras sin sentido.

Martín dijo...

Todos: Bueno, la charla se volvió interesante, así que si se retrasa el próximo artículo, es culpa de ustedes.

Es cierto que el que usó la palabra "significado" fui yo, pero probablemente haya sido por desatención. Mezclo y vuelvo a repartir las cartas.

La idea de un arte útil no es despreciable ni mucho menos. El marxismo, por ejemplo, sostiene que la verdadera literatura es aquella que propicia la revolución. Así, los textos tienen o deberían tener una función política, en tanto son capaces de atacar un sistema basado en la desigualdad. Realmente, no puedo decir que este concepto es ridículo.

Pero ustedes no hablaban de este tipo de utilidad social, sino de una más personal. Cambiemos de tipo de manifestación artística. Pasemos a la música, por ejemplo. ¿Es útil? ¿Para qué puede servir La cumparsita? Para alegría de una fiesta, para sacar a relucir los uniformes en un desfile militar y para derribar las murallas de Jericó.

¿Puede la literatura asimilarse a la música o poseen distintos preceptos?

Y si la utilidad fuera indispensable en un hecho artístico, entonces los mejores libros serían los de autoayuda, que me permiten obtener un ascenso en el trabajo, hablar en público o encarar a una señorita sin temor a su rechazo. ¿O acaso hay utilidades más sublimes que otras?

Les aseguro que las preguntas que formulo no son retóricas. Realmente desconozco las respuestas y si creyera saberlas, de poco importaría, ya que la certidumbre es, para mí, una sensación que no vale como garantía de verdad.

Yo tiendo a pensar que las cosas verdaderamente útiles son pocas. El hombre necesita un techo, comida y la satisfacción de sus necesidades básicas. El resto, la belleza, el arte, son un regalo. No sirven de gran cosa, pero es tan que existan.

Con respecto al tema de que la obra le pertenece al lector, estamos de acuerdo, mis estimados usurpadores.

Al margen de esto, no voy a revelar por qué parezco más inspirado los días lunes.

Mañana por la noche, tomaré el micro a Lincoln para pasar una bucólica navidad. El cambio de la ciudad por el campo me alejará un poco de la computadora, por lo que el próximo artículo quedará postergado, seguramente hasta el lunes (¿no es así, Lucash?).

Soff dijo...

Creo que el debate se termino y me siento medio desubicada por seguir comentando pero no podía irme con la boca cerrada después del efecto que tuvo mi comentario. Creo que lo más importante no son cuántas visitas tengas, lo bueno es saber que todas las que tenes aprecian lo que escribís y seguramente van a citar tus palabras por generaciones, se las van a transmitir a sus hijos, a los hijos de estos, etc. Eso es lo rescatable de todo esto, hay 10 personas en este momento que entraron a tu blog, leyeron, se maravillaron y comentaron y muchas más que por timidez seguro leyeron pero no comentaron. Las visitas, como el raiting de la tele y cosas por el estilo no dicen nada. Además hay muchas otras formas de "dejar huella" en las personas, lo que quise decir es que esta es la huella que dejamos a largo plazo. Sí sos popular porque llegaste a alguien, tal vez a más personas de las que pensas, tenés nuestra atención, aprovechala, ¡¡No te tires abajo!!

El cuento de Borges al que me refería era ése, no sabía que había tanta mención del tema pero es obvio ya que mis conocimientos literarios aún son limitados y espero que pronto vayan en aumento.

Seguro me vas a responder a esto y me voy a sentir una completa inútil por discutir con alguien mayor que yo y que también escribe mejor que yo pero bueno, de eso se trata todo, además estoy "en tu territorio" y no podría pedir más.

Anónimo dijo...

"La idea de un arte útil (...) El resto, la belleza, el arte, son un regalo (...) indispensable en un hecho artístico"

Con la iglesia hemos topado, amigo Sancho. O (peor dicho) con la palabra clave de esta charla: "arte".

No me voy a meter en camisa de once varas; las discusiones filosóficas me superan siempre. Mi hermano, al que admiro profundamente, es filósofo. Es capaz de decir en una misma frase palabros como "epistemológico", "heidegueriano" y "semiótica" mientras relaciona como quien no quiere la cosa la crítica a la metafísica de Rorty con la teoría de la relatividad para terminar explicándote qué es la "deconstrucción" de Derrida.

Quiero decir... he asistido como oyente interesado a muchas discusiones filosóficas entre mi hermano y sus colegas y sé que cuando en una charla con un filósofo (Martín, tú lo eres, no lo niegues; Jusamawi, tú también. Os detecto a kilómetros de distancia) aparecen palabras como "ideología", "conocimiento" o "arte" la cosa se va a poner... imposible de seguir para un mortal como yo (por muy rortianos que sean los sabios).

Así que... renuncio a discutir sobre lo que es el arte y me limito a repetir que lo que tú escribes son buenas historias. Hala, deconstruye lo que quieras, que yo me enroco.

PD: si alguien quiere saber la razón de este enajenamiento mental mío, pásese por AQUÍ. Es un blog que mi hermano y sus colegas filósofos utilizan para discutir sobre ideas sin necesidad de estar cara a cara. La entrada del enlace que os pongo viene a cuento de la charla que estamos teniendo. Los temas que tratan en ese blog pueden parecer áridos, pero hay dos o tres comentaristas y colaboradores que se explican muy bien... y muy llanamente (dentro de sus posibilidades).

PD: perdón por el spam, pero como ya dije por ahí arriba, admiro a mi hermano.

Claudio G. Alvarez Tomasello dijo...

Hola Martín:

Recontra bienvenido. Ando con problemas con la conexión a Internet y por eso no había pasado.

Me pareció hermoso este post.
Por lo que decís, por como lo decís.
Un párrafo aparte para los comentaristas.
Tendrás menos visitas, pero las que tenés son un verdadero lujo.

Un abrazo.

PiojoPromiscuo dijo...

De vuelta de unas minivacaciones me di una vuelta por aca y veo que que todos se han puesto sus ropajes mas producidos y deslumbrantes para seducir a nuestro escriba. Bien muchachos, yo, por desgracia, soy un pobre negrito inculto, que nunca leyo a Borges (preferia Humor y el Grafico) y que antes de visitar una biblioteca en su infancia prefirio matarse con los comics made in mexico de linterna/flecha verde, flash, superman y otros heroes que me hacian elaborar las fantasias mas inverosimiles (como ser yo parte de las aventuras). Asi que dejo en sus manos la discusion del arte, estan mucho mas preparados que yo, lo mio es el chascarrillo facil y fastidiar a Martin.
Bueno, no digo mas porque no me banco las frases que contengan las palabras felicidad-prosperidad-nuevo-entre tus seres mas queridos - un mejor - etc.

perdida dijo...

Hola Martin!! No se cuales seran tus creencias pero seguramente tu sobrina recibira mas regalos q vos!! Igual: Feliz Navidad!!!

Anónimo dijo...

Hola Martin, un lujo leerte como siempre,estuve perdida, de viaje, pero siempre presente en tu blog, que creo es de los mejores que andan circulando,y adhiero al comentario de Soff, no importa la cantidad, sino la calidad, deseo que pases buenos momentos en estas fiestas, te mando un beso...mariaM

Anónimo dijo...

-Sea o no sea inteligible la realidad.el lenguaje es el mejor (el único) medio que tenemos para describirla.Querámoslo o no, relizamos empeños constantes en intentar comprenderla.Sé que caemos muchas veces en el desánimo,la tarea de conocer se nos hace una pesada carga, pero ese es nuestro destino (ahí no interviene el azar):describir, comprender, conocer. La ficción nos permite investigar territorios desconocidos.Nos podemos perder, lo sé. Es parte del juego.

-La estética no busca una utilidad. Lo que no se puede evitar es que la contemplación de lo bello nos vuelva mejores.

-Las historias siempre tienen un significado (o varios).Buscamos, además entendernos a nosotro mismos.Eso es aplicable tanto al autor como al lector.

-El fracaso del arte con función moral, social o política es que pierde todo su valor al supeditarse al logro de un objetivo.Pasa a ser algo demasiado obvio y eso no es creativo.

-La utilidad de las cosas es medible según sean los resultados que obtenemos con ellas,peor no dejan de ser cosas.La utilidad del arte no es medible. La belleza no provoca revoluciones.Crea mejores personas.

Lucash,
No vale retirarse a mitad de la partida.

Dalma dijo...

que buen post, confieso que no lo habia leido aún

como Ana, pienso que todos tenemos algo de ambos... me pregunto que porcentaje tendre yo de cada uno

te deseo un feliz 2009 para vos y los tuyos

beso grande

Martín dijo...

Todos: No crean que no leí lo que me escribieron porque no estoy tan minucioso con las respuestas. A veces en mi afán de contestar, me pongo refutativo y odio esa conducta en mí y hoy no tengo ganas de ejercerla (es una lástima que mi novia esté durmiendo, porque habría disfrutado este novedoso aspecto de mi personalidad, que se habrá extinguido mañana por la mañana. cuando vuelva a ser el mismo antipático de siempre).

Esta semana (quizás mañana, porque es lunes, pero si no, en los próximos días) prometo un nuevo artículo.

Que el responsable de esto que voy a contar no tema, porque no hay forma que sepa quién es (y de saberlo, tampoco lo revelaría, que puedo tener una importante cantidad de defectos, pero no soy un delator), hay una persona (tal vez ni siquiera se trate de un comentarista) que llegó a este blog después de haber puesto en el Google: Piojo Promiscuo facebook. Como verás, Piojo, te estás haciendo popular. Mis felicitaciones. Pero si no estabas buscando la fama y te topaste con ella y te resulta engorrosa y molesta, te felicito doblemente.

PiojoPromiscuo dijo...

jua, no, no me la creo, de todas maneras no figura el Piojo en mi FB, esta con mi nombre verdadero. Ahora bien, si recibis mas visitas por la busqueda del piojo, cuando seas famoso quiero participacion en las ganacias, no te hagas el otario eh, ni ortiva ni buchon.

Martín dijo...

Piojo: No, igual las visitas siguen siendo escasas. Ni tu popularidad cambia eso. Los últimos días entraron entre 5 y 7 personas diarias.

De todas formas, ya no me hago tanto problema. ¿Cómo logré esta actitud desinteresada? Dejando de poner trampas en blogs ajenos. Ahora escribo, con menor o mayor frecuencia, acá. Cuando uno tiende una trampa, no puede evitar ir cada tanto a ver si cayó una presa. Y si no dio resultado, la frustración es inevitable. Pero si uno se queda tranquilo, si no busca cazar, la ansiedad se desvanece. En definitiva, el mundo parece empeñado en mostrarme que la mejor solución es resignarse a la mediocridad y yo aprendo rápido estas cuestiones. Acá me ves, saltando desde la terraza.

PiojoPromiscuo dijo...

Me molestan los brillantes, afectan mi ego, prefiero quedarme con los mediocres, sigo aca un rato.

Nuria K. dijo...

Hola. Me encantó este cuento. Me resulta muy interesante lo que proboca. Nos hacés dudar (o el texto nos hace dudar) sobre nuestra existencia. Vivimos tan maquinalmente que realmente parecemos personajes guionados (tal vez lo somos) Hay una chica que intenta citar un texto de Borges. Existe un poema que se refiere a esto. Se titula "Borges y yo". Alli se advierte un interjuego interesante entre persona y personaje (por denomirnar de algún modo al yo poético)
"Yo he de quedar en Borges, no en mi (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologias del arrabal a los juegos con el tiempo y con to infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Asi mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro.
No sé cuál de los dos escribe esta página"
Hermoso tu blog! Aunque no sé bien quien en realidad escribe este mensaje.
Saludos