Creo que me arrepiento de muchas cosas que hice en mi vida (y de otras tantas que no hice), pero si me preguntan cuál me gustaría eliminar de mi pasado, es un hecho que ocurrió cuando tenía unos cinco años. Estaba parodiando a Titanes en el Ring en la cama de mis padres. Mi rival era un payaso de juguete, al que lanzaba de un lado a otro de la cama, infligiéndole toda clase de castigos físicos: que patada voladora, que doble nelson, que cortito. Pero, en medio de esa verdadera paliza, había algo que me molestaba sobremanera: su pasividad. Evidentemente yo quería ganar mi contienda, pero la facilidad con que obtenía la victoria, me resultaba exasperante y cuanto más golpeaba al payaso, más lo odiaba por no resistirse. Alguien podrá objetar que el muñeco no era culpable de no defenderse, pero mi civilidad no estaba tan desarrollada como ahora y si confiaba ciegamente en reyes que me dejaban regalos debajo de mis zapatos una vez por año, a cambio de un vaso de agua y algo de pasto, ¿por qué pensaría que era absurdo que mi pelea tuviera una dificultad real?
Mi tía abuela, improvisado Willam Boo, entró en el cuarto de mis padres y me preguntó si quería ir a la plaza. Acepté. Dejé que me llevara y, a su vez, yo llevé a mi contrincante de la mano, arrastrando su cuerpo por el piso. Todavía conservaba todo el rencor que había acumulado durante la pelea y mi odio me pedía la compensación de una venganza. Cruzamos la avenida Libertador, mal, a la carrerita, apurándonos para evitar los autos que se acercaban a nosotros. Los vi raspando la calle con sus afiladas ruedas y en ese momento supe lo que debía hacer. Le solté la mano al payaso para que un taxi le pasara por encima. Juré que había sido un accidente y mi tía, algo preocupada, fue en rescate del juguete cuando las luces del semáforo se lo permitieron. Yo me quedé en la vereda, disfrutando de mi triunfo, con la certeza de que aquel payaso jamás se atrevería a afrentarme con su pasividad en pleno rostro.
Cuando mi tía lo trajo en brazos y vi sus tripas de algodón escapando de su barriga, atravesando su traje de colores destruido, sentí una tristeza inmensa, descubrí que yo podía ser un monstruo.
- No sirve más – dijo mi tía y lo dejó caer en un tacho de basura, mientras yo lo despedía con dos gruesos lagrimones.
Tengan cuidado conmigo, porque, como ven, soy un tipo de pocos escrúpulos, capaz de cometer un payasicidio y seguir creciendo.
Mi tía abuela, improvisado Willam Boo, entró en el cuarto de mis padres y me preguntó si quería ir a la plaza. Acepté. Dejé que me llevara y, a su vez, yo llevé a mi contrincante de la mano, arrastrando su cuerpo por el piso. Todavía conservaba todo el rencor que había acumulado durante la pelea y mi odio me pedía la compensación de una venganza. Cruzamos la avenida Libertador, mal, a la carrerita, apurándonos para evitar los autos que se acercaban a nosotros. Los vi raspando la calle con sus afiladas ruedas y en ese momento supe lo que debía hacer. Le solté la mano al payaso para que un taxi le pasara por encima. Juré que había sido un accidente y mi tía, algo preocupada, fue en rescate del juguete cuando las luces del semáforo se lo permitieron. Yo me quedé en la vereda, disfrutando de mi triunfo, con la certeza de que aquel payaso jamás se atrevería a afrentarme con su pasividad en pleno rostro.
Cuando mi tía lo trajo en brazos y vi sus tripas de algodón escapando de su barriga, atravesando su traje de colores destruido, sentí una tristeza inmensa, descubrí que yo podía ser un monstruo.
- No sirve más – dijo mi tía y lo dejó caer en un tacho de basura, mientras yo lo despedía con dos gruesos lagrimones.
Tengan cuidado conmigo, porque, como ven, soy un tipo de pocos escrúpulos, capaz de cometer un payasicidio y seguir creciendo.
28 comentarios:
hoy es mi cumpleaños, y no se me ocurre mejor historia para leer bien tempranito.... :-)
jaja muy bueno!
jajaj paaaaaaabre payaso
un abrazo!
En realidad, pobre de mí. El payaso probablemente haya tenido una mejor vida (o una mejor muerte) en un tacho de basura que al lado de alguien que le propinaba golpes en un ring imaginario. Pero yo me di cuenta de que era capaz de despanzurrar un ser y todavía no pude olvidarme de eso.
muy bueno lo del pobre payaso.
De lo mucho que hice en mi vida, y creo que es de lo unico que me arrepiento, es de haberle sacado unas monedas de la cartera a mi vieja....yo tendría 6. Nunca pude superar esa sensación de ladrona.
Lo sigo teniendo presente.
Y ando por la vida pareciendo honrada!
saludos
De chica fui una mutiladora de Barbies Mujer Maravilla. Por algún recóndito motivo (afición a los comics, deseos reprimidos, morbo, vaya uno a saber) mi madre insistía en comprar una muñeca nueva cada vez que yo descuartizaba la precedente. En esa época vivíamos en una ciudad muy chiquita, y creo que sólo cuando acabamos con el stock acabé con mi bizarra afición. Todavía conservo la última, prácticamente irreconocible, claro. Pero cómo son las cosas de l avida. Cuando mi hija de 4 años la vio quiso que de la diera para jugar con ella.
"No nena, esta muñeca la conservo desde que tenía un poco más que tu edad. Y mirá, te das cuenta, todavía la tengo. No te la puedo dar, no quiero que la rompas".
Martín, recién hoy descubrí tus relatos y leí algunos a las apuradas (lógico, ya mencioné a mi hija de 4, la susodicha es responsable de que haga todo a las apuradas). Me encantaron. Y me hiciste acordar del episodio de las Barbies (no es que haga tanto tiempo tampoco...).
Gracias y un abrazo.
Ay, me dio pena el payaso, con las tripas de algodón afuera...qué boluda.
Todos somos depredadores en potencia, sin embargo hay diferencias que importan: sentite mejor pensando en Bussi, Videla y cía. O en Barreda.
Lo bueno de ser chico es que no tenes el superego tan desarrollado, a que edad fue??
No te asustes che, todos somos violentos adentro
Nadasepierde, es curioso que tengas este sobrenombre y te preocupe un robo. Nada se pierde, todo se transforma. Las monedas las habrás convertido en chocolates. No hay daño alguno. Igual, estoy de acuerdo: no podemos considerarte honrada, pero lo importante es disimularlo bien.
Lavieselonv, está bien que no le des tu muñeca. Los chicos deben aprender que la crueldad es un placer que debe disfrutarse en soledad.
Lucía, igual en lo que decís hay algo que agregar. A veces no somos peores, pero no por virtud, sino por defecto. Yo me atreví a despanzurrar a mi payaso, pero nunca hice algo parecido con un ser humano. Sin embargo, puede que no lo haya hecho no porque sea buen tipo, sino porque tengo miedo de la cárcel o de la simple represalia del damnificado. No es suficiente no ser malo, hay que ver por qué uno no lo es.
Andy, tenía unos 5 años, más o menos.
entonces paaaaabre martin =)
Tenes razon con eso del miedo a la replesalia del damnificado... a veces cuando voy por la calle y veo los tipos q ponen los dvds en el piso para venderlos, o los hippies q ponen cosas sobre una manta me dan ganas de venir corriendo y patear todo jejej pero no es algo personal, me gustaria hacerlo solo para ver que pasa. Ojala fuera como en los juegos, q lo salvas y despues arrancas desde ahi y no paso nada, ya sabes lo primero que haria, jejej
Anónimo (es raro llamarte 'anónimo' y si no estuviéramos en un espacio virtual podría recurrir al ortodoxo pero efectivo método de tocarte el hombro y decirte chst,chst): a eso me refiero. Hacer buenas cosas, no significa ser buena gente y si te diéramos un poco de impunidad, serías el terror de los artesanos y yo también ajusticiaría a un par de personas reales, que me tienen bastante cansado.
Muy buenos tus relatos Martín!!
Ayyy... quién no descargó la ira infantil con algún juguete indefenso?
Yo les ajusticiaba el pelo a las muñecas propias y ajenas (lo que me traía algún que otro problema por la s quejas de las madres de mis amiguitas) :(
Pero no, no soy peluquera... quien sabe, tal vez podría haber sido la Roberta Giorgano platense, nooo??
MUY BUENO, YO NO TUVE NUNCA UNA BARBIE... PERO LA HUBIERA ASESINADO POR LINDA...
Permiso...
La que estuvo bien es la tía.
"no sirve más" y lo botó.
Pero sirvió. Para seguir creciendo, no?
Me gustó el post Martin!
Saludos
lo leí todito y me encantó. :)
aunque no te promento mucho para mas adelante.
me imagino que pediatria no habra sido la profesion que elegiste no?
Difícil la tipa: Yo a los peluqueros les tengo respeto o quizás algo de miedo. Cuando me preguntan "¿está bien así?", siempre les digo que sí, aunque lo quiera distinto. Porque tengo temor de que digan: "ah, ¿más corto lo querés?" y agarren la maquinita. Hay profesiones con las que no hay que discutir: ni peluqueros ni dentistas ni mozos.
Psicóloga con problemas: Veo que compartimos muchos patologías. Eso asusta un poco. Pero alivia saber que no se está demasiado solo, porque si los psicólogos sufren nuestros mismos síntomas, ¿quién va a encerrarnos en el manicomio?
Celeste: Sí, adelante. No pidas permiso, porque sos bienvenida siempre. Mi tía botó al payaso y el tiempo hizo lo mismo con ella (lo que estoy escribiendo es de una crueldad enorme, no sé en qué estoy pensando).
Piojosa: Gracias por el esfuerzo. ¿Te imaginás qué pasaría si yo estuviera en el Titanic y tuviera que pedir ayuda por el telégrafo?.
Queridos señores rescatistas:
Por medio de la presente, tengo a bien comunicarles que este gigantesco barco está cada vez a menor distancia del fondo y Leonardi Di Caprio corre serio peligro y pi pi pi pi. Escribir sólo S.O.S. me parece una descortesía.
Piojo promiscuo: No, pediatría no, pero trabajé muchos años en colegios. Mi método educativo era el herodiano y consistía en cortarles la cabeza a todos los chicos mayores de 3 meses.
que tiernas pueden ser las historias trágicas, aveces.
Todos tenemos un gatillo que detna la violencia. Para la mayoría de la gente "normal", ese gatillo es la defensa propia o la de sus seres queridos.
Pero lo cierto es que casi todos somos buenos porque no queremos ir presos.
Me pareció muy buena la narrativa y obvio tu imaginación, que corre pareja con ella.
No te desesperes por el hecho de haber despanzurrado al payaso,los chicos suelen ser crueles -sin saberlo-ahora no harías tal cosa ya que como lo escribís,decantás por ahí(catarsis que le dicen) y no creo que termines siendo un asesino serial.
Lo de Yiya Murano estuvo muy bueno,da para un cuento fantástico.
Es cierto que es fundamental la economía del relato,pero en este caso te digo que no se hace necesario,de otra forma le quitarías emoción.
Cariños.
Yiya Murano... Yiya Murano... ¿Cómo no se me ocurrió??
Puta se nace: Me gusta tu reflexión, por eso no la comento, para no arruinarla.
Alejandra: Claro, pero ser bueno por miedo a ir preso, no es ser bueno, es ser cobarde.
Virtualisima_02: Gracias por avalar la extensión. Últimamente, el mundo me tiene poca paciencia.
Dificil la tipa: A mí tampoco se me ocurrió, simplemente me pasó.
Esteeeeeeeeee... lo mío fue: cómo no se me ocurrió imitarla!!!
Dificil la tipa: Entiendo, perdón por mi falta de lucidez interpretativa. Soy uno de esos tarados a los que hay que explicarles los chistes y que confunden los personajes de las películas: ¿pero cómo? ¿ese no estaba muerto? Ah, ¿no? ¿Era el otro? ¿Son dos personajes distintos?
Naaaa Martín... es que ni sospechabas que te perseguían las envenenadoras!!
aii.. a mì me pasa eso de no entender las pelìculas... me pasò justamente con "sexto sentido"... "ahh.. pero còmo... ¿estaba muerto?!!?!" què loser.
Eugenia: Yo soy un pésimo fisonomista. Me costó entender la película Pelotón, porque confundía al personaje bueno con el malo, a pesar de que el bueno tenía una visible cicatriz en la cara.
Hola Martín, Me decidí hacer un blog hace poco y de casualidad caí en el tuyo te he comenzado a leer, y me ha agradado tanto que he comenzado a seguirte! :D
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